ASTRONAUTA RECIBE LA COMUNIÓN EN EL
ESPACIO
Hace algunos años un grupo de
astronautas que se encontraba en el espacio exterior, en una misión sobre el
entorno del planeta Tierra, tuvo la oportunidad de recibir la comunión a bordo
de la nave que los transportaba.
En abril de 1994, el astronauta Thomas D. Jones estaba
a bordo de la nave Endeavour en una misión para estudiar los cambios en el
torno de la Tierra. Con él viajaban otras cinco personas.
Entre ellos estaban los otros dos astronautas que recibieron
la comunión: el comandante Sidney “Sid” Gutiérrez y el piloto Kevin Chilton.
Para ambos esta era su segundo viaje al espacio, mientras que para Jones era el
primero.
En su libro “Sky Walking: An Astronaut's Memoir
(Caminando por el cielo: Memoria de un astronauta)”, Jones recuerda que “estaba
consciente de que cada día en el espacio era un regalo especial, sabía que se
me había concedido un privilegio único”.
“Cada noche antes de dormir agradecí a Dios por esas
maravillosas vistas de la Tierra y por el éxito de nuestra misión.
Continuamente pedía por la seguridad de nuestra tripulación y para que
tuviésemos un feliz encuentro con nuestras familias”.
En el texto, Jones indica que Kevin Chilton era
ministro extraordinario de la Eucaristía y que había consigo llevado al viaje
unas hostias en un portaviático de oro.
El domingo que estaban en el espacio, dos semanas
después de Pascua, los tres se reunieron en la cabina de vuelo para comulgar.
En ese momento “los tres agradecimos a Dios por las vistas de Su universo, por
la buena compañía y por el éxito que habíamos tenido hasta ahora”, recuerda
Jones.
“Kevin compartió el Cuerpo de Cristo con Sid y
conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo reflexionando en silencio en ese
momento de paz y de verdadera comunión con Cristo”, indicó.
“Mientras meditábamos tranquilamente en la oscura
cabina, una deslumbrante luz blanca irrumpió por el espacio y entró en la
cabina. La luz radiante del sol que se avistó a través de las ventanas
delanteras del Endeavour y nos dio calor ¿Que otra señal podíamos pedir sino
esa? Fue la afirmación gentil de Dios de nuestra unión con Él”.
Conmovido hasta las lágrimas, Jones se alejó de sus
compañeros. Vio el amanecer a través de las ventanas y debajo el Océano
Pacífico, cuya superficie azul resplandecía con la luz del sol.
El astronauta narra que llamó a sus colegas para que
apreciaran esa vista con él. “Con el agua viva abajo, bebimos en tonalidades
incomparables con la paleta de cualquier artista humano”, recordó.
“Tras ese momento, Kevin dijo: ‘Es del mismo color
azul que el velo de la Virgen, Tom’. Él tenía razón. Había encontrado la forma
perfecta para expresar lo que estábamos viendo a través de la ventana”,
expresó.
Pasados 10 años de este viaje al espacio, Jones
expresó: “estamos designados a asombrarnos en el espacio. Si nuestra especie
imperfecta ha encontrado tales destellos de deleite en nuestro primer encuentro
tentativo con el cosmos, entonces verdaderamente hemos encontrado a un Dios muy
cariñoso y generoso".